Esta es la historia de una gran mujer llamada Cayetana Cordero, a la que quiero mucho y a la que llamo cariñosamente tita Caye.
Es la mayor de tres hermanos y es hermana de mi abuela materna. Desde muy pequeña ayudó en casa, pues su padre falleció muy joven. Eran tiempos difíciles y muy duros.
Cuando su madre se puso enferma siempre estuvo al cuidado de ella. Ejerció de buena hija y de hermana mayor.
Nunca se casó y al ser soltera no tenía derecho a nada, ni siquiera a tener médico por lo que se esforzó mucho trabajando en el campo para poder tener derecho a algo.
Por motivos de trabajo, mis abuelos maternos se fueron a vivir a otro lugar. Se llevaron a mis tíos más pequeños y el resto de mis tíos junto con mi madre se quedaron con mi tita Caye, pues el plazo para poder presentar la matrícula de estudios ya había terminado y mis tías y mi madre no tuvieron más remedio que quedarse estudiando en Lepe. Fué entonces cuando ella sin haber sido madre, tuvo que ayudar a mi abuela ejerciendo de segunda madre. Mi tita Caye ha ejercido de madre de dos generaciones, la de mi madre y la de mis primos en la que me encuentro yo incluido.
El esfuerzo de mi tita Caye a la que considero una gran mujer, no ha sido el tener una gran casa o un buen trabajo, ni siquiera muchos estudios, sino que se ha esforzado como persona, preocupada más en el ser que en el tener. Se ha olvidado de ella para acordarse de los demas, es decir, de mi madre, de mis tias, de mis primos y de mí ensenñándonos a ser buenas personas.
Gracias a que ella cuida de mi, mis padres pueden ir a trabajar. Aunque ya es un poco mayor, siempre está dispuesta a todo y para mí nunca dejará de ser mi tita Caye.
No ha sido fácil pero es una historia de amor cuyo esfuerzo ha dado resultado, donde ella se siente querida por todos sus niños. Toda la gente que la conoce la aprecia y se quedan sorprendidos del esfuerzo realizado al haberse hecho responsable del cuidado de mis tías, de mi madre, de mis primos y de mí.
Las vecinas de la calle dicen que tita Caye cualquier dia monta una guardería y que se merece un monumento.
Nosotros somos su vida y su familia y ella es para nosotros un ejemplo de esfuerzo y de amor.
He podido escribir esto por todas las cosas que mi madre me ha contado y por muchas cosas más que yo he vivido junto a mi tita Caye.
Esta historia real y verdadera se la dedico con mucho cariño a mi tita Caye.
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